domingo, 10 de agosto de 2014

EBOLA E ISRAEL

Están sucediendo ahora mismo dos sucesos de amplia repercusión internacional: el virus ébola, de momento con algo menos de mil muertes en siete meses, y el conflicto palestino-israelí, con algo menos de dos mil muertes en dos meses.

La comunidad internacional no tiene armas para poner fin al virus.
Esa misma comunidad, si quisiera, podría poner fin a la matanza en Palestina.

La comunidad humana… una de dos, cinismo y crueldad ó locura. Cómo de verdad seamos imagen y semejanza de dios… no hay esperanza.


viernes, 1 de agosto de 2014

TRANQUILO, JORDI

EL caso PUJOL es un gran escándalo más entre los ya muy numerosos grandes escándalos de la corrupción nacional.

A bote pronto se me ocurre una maldad.

El caso me hace recordar aquello del Lazarillo de Tormes tomando uvas de dos en dos del racimo que compartía con su patrón, el ciego. Este supo que Lázaro cogía las uvas a pares porque él, el ciego, las cogía de tres en tres y  el lazarillo no protestaba. Muchos por debajo de ex honorable debían estar tomando de dos en dos las uvas de la cosa pública y muchos de mayor rango las estarían tomando de cuatro en cuatro. Así que nadie protestaba. Primero abdica el rey y al poco se confiesa  don Jordi. ¿Recuerdan aquel famoso “tranquilo, Jordi” del 23 F?

 


lunes, 21 de julio de 2014

ESOS FANS DEL FUTBOL

Ya se que lo que voy a decir le va a molestar a bastante gente.
Ante todo, sin embargo, quiero dejar constancia de que me gusta el fútbol. Lo he jugado tantas veces a lo largo de mi vida como me ha sido posible. Ahora lo veo por la tele cuando consigo que no me aburran los equipos que lo están jugando; cosa que pasa con harta frecuencia... y es que mi defecto es que no soy de ningún equipo. Cuando veo algún partido quiero siempre que gane el que mejor esté jugando; sin ambos juegan igual de bien o de mal, mi deseo es que empaten. Me parece una estupidez soberana esa frase tan manida de "quiero que gane mi equipo aunque sea de penalty injusto en el tiempo de una prórroga artificialmente dilatada por un árbitro amigo".
Decididamente yo me siento incapaz de sentir unos colores al modo en que los sienten los fanáticos de este o de aquel equipo. Ni siquiera me afecta un tanto así que el equipo nacional pierda cinco a uno frente a Holanda, Me alegré porque vi a un equipo que jugó muy bien, con velocidad y precisión, y que resultó justo vencedor, Para mi fue una gozada, como si hubiera asistido a una buena representación de un ballet de Tchaikowski. Si, una gozada, aunque mis compatriotas resultaran ser los perdedores. Tampoco, claro está, llegué al derretimiento cuando nuestro equipo nacional se proclamó campeón del mundo hace cuatro años.
Y eso que casi podría comprender a los fans de la selección española de fútbol o los del atletic de Bilbao; podría comprender que gozaran con los "éxitos" de sus paisanos y compatriotas. Lo que me siento incapaz de entender de ningún modo es a los forofos del Madrid o del Barcelona o de cualquier otro equipo de esos cuyos jugadores han sido espigados por esos mundos de Dios a golpe de dinero, a golpe de miles de millones de euros. (Una sangría, por otra parte, para una nación que está como estamos)

COMPRO ORO

Hoy he visto con agrado y esperanza que uno de esos antros de perdición donde se compra oro ha cerrado en mi barrio.
Ya se que una golondrina no hace verano, pero también me consta que no hay verano sin golondrina. Quizás el cierre de ese avispado chupapobres no sea nada, pero a lo mejor, eso espero, sea el comienzo de un cierre generalizado de todos esos establecimientos de mala nota que han proliferado con esta crisis de los cojones; sólo entonces sabremos que, de veras, la crisis ha pasado. Y yo que lo vea.

domingo, 16 de marzo de 2014

AMAR AL PRÓJIMO AUNQUE SEA POBRE

Ya ha habido negros muertos al intentar acceder a España. En este caso no ha sido el caso de la patera que naufraga. Se ha tratado de un grupo numeroso que pretendía entrar a nado y que ha sido rechazado por los nuestros empleando material antidisturbios. Algunos negros se pusieron nerviosos y el resultado fue decena y media de cadáveres; algunos arrojados por el mar a la costa más cercana, la nuestra.
La presión migratoria sobre nuestras plazas de soberanía es muy fuerte. Nuestro ministro del interior habla de cuarenta mil negros apostados en el Gurugú a la espera de saltar las cada vez más altas vallas de la frontera. Sería una especie de invasión de los bárbaros, parece ser.
Ante esta situación nos estamos comportando como los defensores del fuerte atacado por los pieles rojas. Somos los buenos y eso nos autoriza a emplear el grado de fuerza necesario para rechazarlos. No vamos a dejar que entren a mogollón. (Grandes aplausos).
Sin embargo olvidamos algunas cosas:
A principios de 1.939 muchos españoles sintieron amenazadas sus vidas ante el avance victorioso de los sublevados del general Franco. Comenzó un éxodo importante hacia la frontera con Francia. Nuestros vecinos, los odiados gabachos, no desplegaron medios activos ni pasivos de disuasión ante la avalancha de gente que buscaba su salvación en otros países; por el contrario, abrieron la frontera para que aquellos españoles escaparan a su suerte. Aquel río de fugitivos fue encauzado ordenadamente y les ofrecieron refugio seguro, aunque las condiciones de los campos de internamiento no fueran las mejores imaginables.
Otros muchos países tienen ahora mismo serios problemas internos (genocidios, hambrunas, etc) y sus habitantes buscan desesperadamente amparo en as naciones colindantes. Ninguna de estas naciones, salvo alguna excepción cruel, ha dispuesto medidas “pasivas” para lesionar, tullir o joder en suma a los refugiados que llegan en tropel. Encauzan su llegada y los acogen en campos de refugiados solicitando al mismo tiempo el apoyo de la comunidad internacional para atenderlos.
Pero nosotros parecemos ser de otra madera. Rezamos para que los que la pobreza obliga a exiliarse de sus entornos más queridos, se mueran en las arenas de los desiertos, se ahoguen en los abismos de los mares o sean apaleados y por la gendarmería de algún país intermedio a cuyos agentes felicitamos más en cuanto más contundentemente actúen en ese sentido. Luego, cuando los supervivientes rozan la meta de su entrada a nuestro suelo, los disuadimos con concertinas militares y material antidisturbios. Finalmente, los expulsamos al amparo de leyes que hacemos ad hoc o, si nadie nos ve, sencillamente los expulsamos “en caliente”. ¡Viva España! Parece que somos más patriotas cuanto más despiadadamente nos pronunciamos en este sentido. Sin embargo no he conocido a ningún español que este dispuesto a pasar las penalidades que sufren esos subsaharianos para vivir en España. Yo creo que se merecen un cierto respeto.