lunes, 13 de agosto de 2012

EL DEDO EN LA LLAGA

La gente de orden, es decir, los votantes del PP y muchos de los que votaron socialista se han rasgado las vestiduras porque ese alcalde de Marinaleda al frente de cuatrocientos sindicalistas ha cogido sin pagar unos cuantos carros de la compra con alimentos de primera necesidad para dárselo a las familias más pobres. El valor de lo que cogieron no puede ser muy elevado; quizás mil euros tirando por largo. Pero aunque fueran diez mil, la cosa no es para rasgarse ni tan siquiera un calcetín.
La gente de orden que tiene noticias de casos de corrupción, de estafas, de robos por parte de miembros muy destacados de esas mismas gentes de orden no han movido un solo músculo de su cara y se limitan a dejar que la justicia siga su curso, su lento curso.
Me pregunto la razón de esa impavidez ante lo mucho robado y la exaltación ante lo poco cogido para entregarlo acto seguido a los más necesitados.
Llego a la conclusión de que es eso precisamente. Pillos como Urdangarín, la abuela política de Felipe de Borbón y todo un largo etcétera de gente guapa son unos pocos; aunque cunda su ejemplo no hay riesgo de que sus fechorías puedan ser imitadas por la generalidad de los necesitados, sencillamente porque para hacerlas hay que tener de por si posiciones de privilegio y los necesitados no las tienen.
En cambio, el ejemplo de los cuatrocientos sindicalistas cogiendo lo que verdaderamente creen que necesitan sus vecinos para socorrerlos es una cosa que puede ser contagiosa y en esta sociedad que engendra paro y pobreza sin tregua es muy probable que ese contagio se produzca en fecha no muy lejana, porque ni tan siquiera nuestra santa madre la iglesia condena al que roba para comer.

martes, 7 de agosto de 2012

VALORES OLÍMPICOS

Los juegos olímpicos tienen un cierto atractivo. Se supone que son el paradigma universal del deporte en su expresión más noble. Sin embargo, a lo largo de mi ya demasiado dilatada larga vida he podido ver como se han ido pervirtiendo paulatinamente algunos de los fundamentos de su razón de ser.

Comenzamos por aquella tergiversación del lema “lo importante no es ganar, sino competir”. Se sustituyó poco a poco por “lo importante no es ganar, sino participar”. Hay una apreciable diferencia entre competir y participar.
Compitiendo uno hace todo lo posible para ganar y, si no se gana, se acepta deportivamente que el otro, el ganador, ha sido mejor; uno queda satisfecho con saber que ha puesto de su parte todo cuanto ha podido para ganar.
Participar, sin embargo, tiene un contexto de buenismo inaguantable. El que participa se satisface en la sola participación, en ser compañía, en estar allí para que los mejores se luzcan.

Pero de eso hace ya años y uno ha aprendido a no segregar bilis cada vez que lo oye.

Lo nuevo de ahora, de estos últimos días, han sido dos comentarios oídos no recuerdo si por la tele o por la radio.

En los juegos, decía uno de ellos, el que gana alcanza la gloria los demás no cuentan. Es decir, se venía a decir ahora que lo importante es ganar.

El otro, con ocasión de que en una prueba de tiro nuestro concursante estaba calificado en 4ª posición, el comentarista literalmente rezaba para que los que estaban clasificados por delante marraran sus tiros para que el nuestro pudiera llegar al medallero. Es decir, no se deseaba que el nuestro lo hiciera mejor, sino que los otros lo hicieran peor.

Este tipo de comentarios tan aparentemente banales son los que van minando los valores en los que uno creía para asentar una sociedad lo más digna posible.


miércoles, 1 de agosto de 2012

SABIDURIA POPULAR

La sabiduría popular dice que hay que ahorrar en tiempos buenos para cuando lleguen los tiempos malos.

Pero no somos sabios y normalmente hacemos lo contrario  puesto que se gasta como nunca en tiempos de gloria y se ahorra como nunca en tiempos de crisis. Eso lo hacemos la gente normal. Lo que es imperdonable es que hagan lo mismo nuestros gobernantes; se supone que se presentan para ser elegidos porque saben gobernar, porque saben cosas que los demás no sabemos.

Muy mal lo hizo ZP que cuando tuvo y pudo ahorrar no lo hizo y cuando ya no tuvo quiso ahorrar. Los votantes le dieron su merecido el pasado 20 N.

Pero el que nos hace daño ahora es RJY. Nos hace daño inútilmente. Con la herencia de ZP no se puede ahorrar aunque se quiera. Pésima la gestión de RJY.

Los pobres no salen de pobre con el ahorro, sino con el trabajo. Si hay que endeudarse para trabajar, pues habrá que hacerlo y al precio que sea. Lo que es una completa insensatez es permitirse el lujo de tener a uno de cada cuatro trabajadores en el paro.