domingo, 3 de noviembre de 2013

VICTIMAS EN SU JUSTO LUGAR

Algo tan obvio como que las víctimas merecen mayor atención que los verdugos no sería menester que se pusiera de manifiesto. Sin embargo es preciso comenzar cualquier exposición en relación con el tema poniendo de manifiesto que se está con las víctimas y que se es contrario a los verdugos. Este hecho da idea de hasta que punto se ha ido malformando la conciencia social al menos en este asunto.
Se les ha hecho creer a las víctimas de actos violentos y a sus allegados (particularmente en actos de terrorismo y asesinatos) que tienen opinión más respetable que la del resto de la sociedad para establecer las normas con las que deben ser tratados sus correspondientes verdugos.
Esas víctimas tienen todo el derecho del mundo a reclamar del estado todo cuanto pueda atañer al alivio de su condición ocasionada en cierto modo por falta de vigilancia eficaz de los medios de seguridad gubernativos. Sin embargo, es preciso decirlo sin rodeos ni ambigüedades, no se les debe conceder opinión cualificada a la hora de establecer las sanciones que hayan de aplicarse como resultado de dichos actos de violencia. En casos de juicios con jurado ni tan siquiera se les permitiría ser miembros del mismo.
Ya alguien en el siglo XVII, John Locke, era de la opinión de que “hubiere sinrazón en que los hombres fueran jueces en sus propios casos, pues el amor propio les hace parciales en lo suyo y de sus amigos, y, por otra parte, la inclinación aviesa, ira y venganza les llevaría al exceso en el castigo ajeno, de lo que sólo confusión y desorden podría seguirse;”
Y sin embargo presenciamos con demasiada frecuencia actos de beatería moral en los que se les hace creer a esas víctimas que deben ser las que marquen la política del estado en relación con el modo más adecuado para erradicar o castigar las conductas que fueron causa de su condición.


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