TÍTERES EN CARNAVAL.
La cosa se veía venir desde hacía mucho tiempo. Se quisieron
carnavales domesticados, o sea, carnavales postmodernos que parecieran
carnavales pero que no lo fueran. Para ello los distintos estamentos
institucionales establecieron premios para premiar…. No se lo que pretendían
premiar.
El caso es que las distintas murgas, chirigotas y demás
elementos del carnaval en vez de explotar la esencia del carnaval, es decir
transgresión procaz de usos y costumbres que actuara una vez al año como
válvula de escape, se dedicaron a la gracieta desvergonzada consiguiendo de ese
modo algunas migajas de dinero público. De ese modo se daba el caso, absurdo si
no fuera falso, de que el poder subvencionaba al supuesto fustigador de sus
hechos.
Y llegó lo que tenía que llegar. Un grupo de titiriteros
escenifica en carnaval un esperpento procaz, irreligioso, libertario, etc y la
gente se lleva las manos a la cabeza. Unos se escandalizan porque se muestra
una monja abortando con un crucifijo por bisturí, otros porque se presenta
alguna corruptela policial, otros porque se ahorca a un juez y otros porque
llevaron a sus niños a una sesión de títeres en carnaval. ¿Qué esperaban ver?.
Lo de siempre. Un carnaval de gaseosa y limonada….
Lo realmente censurable es que las instituciones de algún
modo pretendan domesticar el carnaval. No más dinero público para ser
criticados, por favor.
Para tener un carnaval que no lo sea, mejor fue la solución
franquista de llamarle fiestas típicas.
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