Hay un aspecto de la democracia formal de U.S.A. que me es
particularmente atractivo: el modo en el que se renuevan el senado y la cámara
de representantes.
Cada senador es elegido para un período de seis años, es
decir, no coincide con los períodos presidenciales. Además un tercio de los
senadores se renueva cada dos años.
Los períodos en la cámara de representantes si que coinciden
con el período de los presidentes, cuatro años, pero además se renueva la mitad
de la cámara cada dos años.
Este sistema de relevo posibilita que el poder ejecutivo no
se exceda en una gobernanza que los ciudadanos puedan considerar lesiva para la
sociedad. En España tendríamos que esperar cuatro años para impedirlo mediante
un rechazo popular en las urnas. En los EEUU ello se produciría sólo a los dos
años.
Además, los cambios en España tienen un marcado carácter
pendular. Al renovarse el congreso cada cuatro años en su totalidad, las
políticas de aplicación suelen ser extremadamente opuestas, sin mediación de
debate y de consenso. En U.S.A., por el contrario, al renovarse sólo la mitad
de la cámara a los dos años, su composición no pasa repentinamente al extremo
opuesto, sino a una actitud de semi equilibrio en el que sólo es posible una
política de compromiso y entendimiento.
¡Lástima que no copiemos alguna vez las cosas buenas!