Al cabo de casi un año de tranquilidad, hoy he vuelto a ser insultado por algún lenguaraz. Su motivo: mi opinión acerca de que cada día parece haber mayor porcentaje de superdotados entre los niños; un porcentaje que algunos evalúan ser de más del 20%. Para evitarles el bochorno que los insultadores deberían sentir quiero exponer lo que opino al respecto con la mayor brevedad posible para soslayar posibles malas interpretaciones por parte de los interesados.
1º. Que si uno de cada cinco niños es superdotado habrá que
considerarlos ya dentro de la norma o elevar el índice intelectual que marque
la superdotación que siempre habrá de considerarse excepcional por más que la
especie evolucione e incremente su dotación intelectual.
2º. Que como los recursos económicos siempre son escasos,
habrá que priorizar los esfuerzos educativos con objeto de proporcionar a todos
similares niveles de capacitación al finalizar
su vida como discentes.
3º. Que hay en este campo, como en todos, timadores al
acecho de explotar la ingenuidad de víctimas potenciales. En este sentido iban
los escritos por los que he sido insultado: avisar a los padres en general que
tengan cuidado con que, a través del halago en relación con la
sobredotación de sus retoños, no vayan a
resultar estafados, timados de algún modo. En una deliciosa fábula se cuenta
que un zorro deseaba el queso que un cuervo, encaramado en un árbol, tenía en el pico. Para con seguirlo se
deshizo en adulaciones y halagos, sobretodo aludiendo a lo bonita y melodiosa
que era la voz del ave. Envanecido el cuervo se dispuso a cantar para que el mundo
entero lo admirara. Abrió su pico y cayó el queso que se comió el zorro.
Nada de lo anterior creo que pueda considerarse lesivo para
los presuntos sobredotados ni para sus familiares. Sólo el presunto timador
podría considerarse atacado de alguna manera.
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