Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa. Pero si la ideología del gobernante le hace creer en que lo mejor para solucionar el problema es recortar y trcortar en el gasto público debería practicarlo primero con el ejemplo en sus propias carnes.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
Somos tan estúpidos que nos creemos eso de que son los mercados los que están exigiendo al gobierno que recorte. A los mercados les importa un comino si nuestra sanidad facilita tales o cuales prestaciones o si nuestra enseñanza pública es así o asao.
A los mercados lo que les importa es ganar dinero. Cuando prestan dinero quieren que el prestatario sea suficientemente solvente para garantizar su devolución; cuanto más desconfían de esa solvencia, más renuentes son a prestar y cuando lo hacen lo hacen a unos tipos de interés que puedan equilibrar el riesgo de los impagos probables. El modo en que cada cual organice su casa, a los mercados se la suda.
Los mercados no se fían de quien, como nuestro gobierno, pide prestado para pagar lo que debe más sus intereses. Además saben que recortando gastos públicos no hacemos sino contraer la demanda de bienes y servicios y, por lo tanto, aumentar el paro aceleradamente y con ello disminuir los ingresos del erario a la vez que se incrementa el gasto público para atender mal que bien a los parados. Cada día tiene que pedir más y con más frecuencia; sencillamente porque cada día ingresa menos y gasta más.
Lo que nos hace verdaderamente dignos de toda desconfianza es el simple hecho de que uno de cada cuatro no trabaje en este país. Todo lo que no sea solucionar eso de la manera más rápida posible no hace más que empeorar la situación cada día que pasa.
La gente en general está dispuesta a aceptar de buena gana grandes sacrificios siempre y cuando el ejemplo de los que gobiernan sea mayor todavía, a la gente normal las mueven los grandes gestos.
Si mañana el gobierno anunciara un recorte general del 30% en los ingresos y salarios de todos los trabajadores y profesionales, la gente lo asumiría si ese sacrificio exigido fuera acompañado del anuncio de que todos los cargos públicos y directivos empresariales se rebajaban sus ingresos reales al nivel del salario mínimo interprofesional. Si mañana eso hiciera el gobierno se remediarían nuestros males económicos… y morales. Pero soy un iluso al pensarlo, lo se.
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