Contaba un buen amigo, JAA del C, el caso de un ejecutivo
que acudía desde Cádiz a Madrid llamado por el presidente de la empresa en la
que trabajaba. Debían presentarse a media tarde de ese mismo día. El hombre
conducía su coche a toda velocidad cuando se pasó la mano por la cara y notó
que no se había afeitado No era cosa de presentarse desaliñado ante su jefe;
así que se detuvo en el primer pueblo que encontró y entró en una barbería para
que lo rasuraran convenientemente.
El barbero le enjabonó la cara y al primer paso de la navaja
sobre la mejilla le hizo un considerable tajo del que manaba sangre. El barbero
le aplicó de inmediato esa piedra blanca que contiene las hemorragias y se
dispuso a darle otra pasada, De nuevo se llevó un filete de carne por delante.
Nuestro ejecutivo entonces le comentó bastante cabredo:
-“Maestro,
¿no le parece que la navaja está mellada?”
El rapabarbas se encogió de hombros y sentenciosamente le
respondió:
-“No me
importa, yo tengo un par de cojones”
Viene esto al caso de un comentario que le he escuchado a
Lola Cospedal, la del PP y de Castilla La Mancha. Decía que hay que ver
lo valiente que era su jefe de filas, don Mariano, al aplicar los recortes que
está aplicando. Vamos que, como el barbero, tenia un par de c…. al aplicar toda
esa más que conocida panoplia de recortes dolorosos. Total las mejillas que
sangran son las de los otros, no las suyas. Así cualquiera.
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