sábado, 30 de julio de 2011

SI YO FUERA REY

Luis XI de Francia, disfrazado, entra en una taberna donde el poeta maldito Francois Villon está perorando acerca de lo que haría si él fuera el rey. Ese es el comienzo de una película de 1938 interpretada por Ronald Colman y que yo vi siendo niño. No se la razón de no haberla olvidado nunca, pero el caso es que con motivo de las noticias de esta crisis económica y las medidas que se toman para paliar sus efectos me ha venido de nuevo a la memoria y me he encontrado diciéndome a mí mismo “Si yo fuera rey, si yo fuera el gobernante…..”
Otro rey, Alfonso X de Castilla, el rey sabio, escribió algo que merece ser mencionado por lo profundo de su reflexión. Estaba prologando una obra de astronomía en la que de acuerdo con las teorías de la época, la teoría de Ptolomeo, los astros estaban obligados a describir extrañas trayectorias y vaivenes en los cielos para que la tierra continuara siendo el centro, inmóvil, del universo. Pues el rey sabio, entonces, escribió que lo que decía el libro que estaba siendo editado era completamente cierto, puesto que así lo dictaminaban la santa madre iglesia y los sabios astrónomos, pero que si él, el rey, hubiera estado con el supremo hacedor el día de la creación, las cosas hubieran sido de muy distinta manera.
Y así juntando los recuerdos de estos dos reyes en mi interior me atrevo a dudar de que las medidas que se han tomado para combatir esta crisis que nos machaca hubieran sido muy distintas si yo hubiera sido el rey, si yo hubiera sido el mandamás.
Y comenzamos por el principio. A lo mejor estoy equivocado, pero los primeros síntomas de esta depresión, al menos en España, fue el estallido de la burbuja inmobiliaria. Los constructores ya no podían vender lo que construían porque el mercado se había saturado a los precios de negocio, dejaron las obras a media y se inició el paro masivo de toda la gente que este sector había ido acumulando durante años de alegre especulación (hasta los más tontos se hicieron promotores inmobiliarios), dejaron de pagar los créditos solicitados a los bancos mermando la capacidad de estos para promover nuevos créditos, dejaron de pagar a las empresas de materiales de construcción que, a su vez, echaron gente al paro. Como consecuencia del aumento substancial del paro disminuyó la demanda total de la sociedad, la gente gastaba menos, bien porque ya no tenían dinero, bien porque el que tenían lo guardaban para los malos tiempos que se avecinaban a voz en grito. Las empresas en general disminuyeron sus ventas, algunas cerraron por no ser ya rentables y el paro se iba incrementando y retroalimentando. Más paro, menor poder adquisitivo, menor poder adquisitivo, más paro. Una espiral que nos lleva a casi cinco millones de parados.
Como ineludible consecuencia el estado ingresa menos en impuestos directos e indirectos y gasta más en atender al creciente número de desempleados. Crece el déficit. Alarma generalizada. Hay que recortarlo COMO SEA. Y ese peligroso como sea se materializó en un recorte del gasto público. Se aplazaron o anularon obras de infraestructura que, quieras que no, a la larga son inversiones rentables, más gente al paro. Se les bajó el sueldo a los funcionarios con lo que disminuyó su poder adquisitivo, se congelaron las pensiones…. En fin todo lo que se hacía disminuía el poder adquisitivo de la sociedad, hacía disminuir la demanda de bienes y servicios y la crisis se aceleraba cada vez más.
Y ahora viene eso de si yo hubiera sido el rey.
Hubiera expropiado a precio no especulativo el parque de viviendas sin vender con objeto de que los promotores pagaran sus créditos, claro, sin ganar ni un céntimo, por supuesto y hubiera creado un instituto de la vivienda que se ocupara de su gestión y puesta en alquiler a precio razonable, como se ha hecho con el instituto social de las fuerzas armadas.
Hubiera creado becas salario para toda esa cantidad de jóvenes que habían dejado su formación para ser peones de albañil o similares. Eso si, condicionados a su rendimiento escolar, por supuesto.
Hubiera incrementado lo más posible el sueldo de los funcionarios a cambio de más productividad, de más horas de trabajo.
Hubiera librado créditos a muy bajo interés a las distintas instituciones del estado para que en breve plazo saldaran las deudas que tuvieran con sus proveedores de bienes o servicios.
Como se ve todas medidas destinadas a incrementar el gasto público, pero con objeto de incrementar el poder adquisitivo y con ello la demanda global de bienes y servicios.
De sobra se que los dineros del estado no son infinitos y que, seguramente para hacer esto, habríamos tenido que endeudarnos (no creo que más de lo que nos estamos endeudando) y/o haber recortado gastos todo aquello que no fuera sino mera estampa; me refiero a misiones de paz en el extranjero, a fastos de efemérides y demás tipismos raciales o de mera representatividad, etc, etc…. Eso si, intocables la sanidad, la educación y las obras públicas de infraestructura civil.
Eso hubiera yo hecho para empezar si yo hubiera sido rey.

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