martes, 6 de marzo de 2012

CRISIS Y NAUFRAGIO

Hace unos días un buque, con más de 1000 personas a bordo (636 pasajeros y 413 tripulantes), realizaba un crucero de placer y quedó a la deriva en el océano Indico.
La tierra más próxima, las islas Seychelles, a más 300 kilómetros. La crisis se produjo por un incendio en los generadores de electricidad; en el barco nada eléctrico funcionaba: no se podía depurar agua, habría que racionar la disponible; las cámaras frigoríficas inservibles, prácticamente se pudrieron todos los alimentos y hubo que arrojarlos al mar, habría que racionar los disponibles. Todavía se vieron afectados por otras molestias que no consignaremos por considerarlas de poca monta comparado con la escasez de agua y de alimentos.

Al leer la noticia no tuve más remedio que entenderla en clave de crisis, en clave de verdadera crisis. Mil personas teniendo que sobreponerse a la crisis para subsistir. Entre ellas habría pasajeros de primera, de segunda, de tercera, habría rangos en la tripulación desde el capitán hasta el último marinero… y había que hacer recortes para subsistir, había que apretarse el cinturón para poder salir de la crisis. Y se hicieron y salieron de la crisis.
Lo que no imagino es que ninguno de ellos se apretara el cinturón ni más ni menos que los demás. No imagino que los pasajeros de primera dispusieran todavía de ducha en tanto que no había para el resto; ni tan siquiera imagino que si correspondía un litro de agua para beber por persona, los de primera tuvieran tres litros porque hubieran pagado más caro su pasaje. Para superar la crisis todos tuvieron que vivir igual de mal, no se les recortó sólo un porcentaje de sus derechos adquiridos con la compra de su billete de embarque.
Por el contrario, en esta crisis financiera al que apenas llegaba a fin de mes con su salario se le recorta poder merendar o tomar aspirinas por ejemplo, pero a otros se les recorta, digamos, poder comprar un Ferrari nuevo para el menor de sus hijos. A esto le llaman apretarse el cinturón.
En un caso de emergencia nacional (¿no lo es el horizonte de seis millones de parados?) es absurdo y suicida no comportarse a la manera de un grupo de náufragos que de verdad están en el mismo barco y son verdaderamente solidarios. Lo justo, equitativo y saludable sería rasar al nivel que fuera a todas las familias por igual en cuanto a su poder adquisitivo coyuntural mientras durara la situación de crisis. Ojo, de momento la crisis no creo que exija también rasar el patrimonio de nadie.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En mi opinión,este gobierno como el anterior,no va a ser solidario en los recortes.Por lo tanto,no va a aprovechar los momentos de crisis para hacer cambios profundos en políticas fiscales,justicia y economía.Van a coger por la calle de en medio.No nos sirven.