El verdadero patriotismo es el sentimiento que nos lleva a querer lo mejor para todos nuestros compatriotas. Toda acción de gobierno que no se encamine a ese fin debe, por ello, ser considerada como una agresión a la patria.
Cuando esa acción llega a resultar en grave daño para una significativa parte de ciudadanos, podemos considerarla como traición a la patria. Por poner un ejemplo que no resulte hiriente para nosotros: El empecinamiento en mantener Argel como parte de Francia no era un acto de patriotismo sino de vanidad; la decisión del general Degaulle de conceder la independencia fue, como los demás actos de su vida, un gesto de patriotismo; con ello paró la sangría enorme que se producía entre franceses que no tenían interés alguno en continuar haciendo ondear en Argel la bandera tricolor. Los directamente implicados económicamente en la conservación de la colonia pusieron el grito en el cielo; organizaronla OAS , un grupo terrorista que quiso acabar varias veces con la vida del presidente de su paía; ellos eran los traidores, no el general Degaulle.
Cuando esa acción llega a resultar en grave daño para una significativa parte de ciudadanos, podemos considerarla como traición a la patria. Por poner un ejemplo que no resulte hiriente para nosotros: El empecinamiento en mantener Argel como parte de Francia no era un acto de patriotismo sino de vanidad; la decisión del general Degaulle de conceder la independencia fue, como los demás actos de su vida, un gesto de patriotismo; con ello paró la sangría enorme que se producía entre franceses que no tenían interés alguno en continuar haciendo ondear en Argel la bandera tricolor. Los directamente implicados económicamente en la conservación de la colonia pusieron el grito en el cielo; organizaron
Viniendo a nuestro terreno: La verdadera gloria de España no reside en las gestas más o menos heroicas de más o menos gloriosos antepasados, sino en el bienestar de sus gentes. No fue patriótico el despilfarro en vidas y en dinero para mantener la colonia de Cuba ni fue gloria alguna la gesta, inútilmente heroica si acaso, del almirante Cervera en Santiago de Cuba; su único logro: tripulaciones convertidas en mártires monumentales al ser echadas a las fieras de un enemigo más numeroso y mejor armado. El enemigo tuvo una sola baja en la batalla; un marinero que resbaló por una escala de su barco y se rompió una pierna. La dación de la isla de Cuba entonces, fue un acto de patriotismo por parte del presidente de gobierno español, señor Mateo Sagasta que, desde luego, contó con la firme oposición de la industria textil que se encargaba de confeccionar por miles los uniformes, mortajas más bien, de los reclutas que allí se enviaban de continuo.
La verdadera riqueza de las naciones, no es el dinero ni los patrimonios de sus potentados de relumbre, sino el trabajo digno y justamente remunerado de sus ciudadanos. Sólo a través de esta verdadera riqueza se puede gobernar una nación conduciendo a la sociedad hacia un modelo que consiga lo mejor para la mayoría. Es patriótico poner a trabajar a la gente sin merma de sus derechos sociales; el acceso al trabajo con merma de derechos, no es trabajo, es esclavitud.
Se dice que es el despilfarro del estado del bienestar el que obliga a agredir a ese bienestar tan laboriosamente conseguido, el que obliga a los feroces recortes en derechos sociales que, dicen, ya no son sostenibles. Esa agresión al bienestar de la gente, por lo que hemos apuntado más arriba, es un verdadero acto de traición para los españoles que, paradójicamente, se quiere presentar como hecho para el bien de España. Como si España no fuera, principalmente al menos, el conjunto de los españoles vivos.
Ha habido y lo sigue habiendo despilfarro, un despilfarro enorme que hasta puede haberse producido en la gestión del estado del bienestar. Sin embargo ese despilfarro más bien debería llamársele saqueo, robo a gran escala. Una bandada de ladrones ha acudido como moscas a la miel del erario público; la corrupción se ha asentado en todo cuanto puesto institucional pudiera tener acceso al cajón de los dineros. Es el polvo levantado por ese latrocinio desvergonzado el que ha traído estos lodos.
Seguramente la ciudadanía estaría más dispuesta a aceptar en paz las privaciones de esta crisis, si se reconociera públicamente este sencillo hecho: los ciudadanos y sus derechos sociales no han sido los que han provocado esta ruina, sino las ansias de rapiña pública y privada que se ha extendido por España. En combatir eso es en lo que se debería centra toda la acción de gobierno, no en ahorrar en asistencia sanitaria y en educación.
1 comentario:
Sabemos que no es bueno quedarse anclados en el pasado; aunque como tú bien dices, los polvos del latrocinio están en suspensión, son recientes.Si quieren, los podemos esconder bajo la alfombra.... y cuenta nueva.
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