Las velocidades que pueden alcanzar los trenes de levitación magnética (MAGLEV), del orden de 800 km/h, los hacen un medio de transporte ideal que puede llegar a competir con ventaja con el transporte aéreo.
Su principal (y hasta la fecha casi prohibitivo) inconveniente es el muy elevado coste de las vías que, para hacernos una idea, podemos considerar que se trata de equipar todo el trayecto con la parte fija de un motor eléctrico; es decir un motor eléctrico de muchas decenas (actual) o cientos y aun miles de kilómetros (en el futuro) de un tupido devanado eléctrico.
Sin embargo quizás valiera la pena investigar la posibilidad de reducir muy significativamente dicho tremendo coste mediante la aplicación de un sistema parecido al de los vehículos de propulsión oruga.
Si habéis observado alguna vez un carro de combate en marcha, o un tractor agrícola, seguramente os habrá admirado el hecho de que la parte de la cadena que está en contacto con el suelo no se mueve, está quieta; el carro de combate o el tractor se desplaza sobre su propia cadena, como si cuando marcha fuera tendiendo su propia carretera sobre la que desplazarse, carretera que, igualmente, va recogiendo conforme se desplaza sobre ella. Si no lo habeis observado nunca os aconsejo que lo hagais en la primera ocasión que se os presente; es curioso verlo.
Pues bien, si pudiéramos construir un vehículo oruga en el que el sistema de propulsión y las cadenas fueran similares a las vias del tren de levitación magnética, se lograría las ventajas de las elevadas velocidades que le son propias al MAGLEV con el reducido coste de unas vias de poco más del doble de longitud que la propia longitud del vehículo.
Es tanta la reducción de costes que merecería la pena que alguien con más conocimientos que yo se pusiera manos a la obra; le haría un gran bien a la humanidad y, seguramente, ganaría muchísimo dinero. Sólo le pediría que al primer vehículo que construyera lo llamara "El Recovero"
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