jueves, 12 de julio de 2012

A ENEMIGO QUE HUYE, PUENTE DE PLATA

Una situación simple.

Dos pintores, ALFA y BRAVO, le deben a CHARLIE 10.000 € cada uno. El préstamo fue al 5%. Al vencimiento ninguno de los dos puede pagar los intereses de su deuda y le plantean al prestamista las siguientes líneas de actuación.

ALFA le solicita un nuevo préstamo de 500 € y así poderle pagar los intereses de ese período y como expresión de su buena voluntad pretende dejarle en depósito sus utensilios de pintor con los que se gana la vida.

BRAVO le solicita un nuevo préstamo de 500 € para comprar lienzos y oleos para pintar unos cuadros para una exposición de la que espera sacar dinero suficiente para devolver lo prestado.


No se vuestra opinión. La mía es que, puesto a prestar unos nuevos 500€ a alguno de los dos, me inclinaría a prestarlos a BRAVO que me presenta unas expectativas razonables de devolverme lo que debe. ALFA, al deshacerse de sus útiles de trabajo, no me presenta sino su buena voluntad como toda expectativa.

Así mientras un Estado acuda a pedir dinero para pagar intereses y atender a los gastos de su casa, sus posibilidades de obtenerlo son escasas y siempre a unos intereses por encima de los normales del mercado. Sencillamente no presenta expectativa alguna que avale su promesa de devolución de la deuda.

Un Estado no debe recurrir a endeudarse para financiar el pago de los intereses de su deuda ni para hacer frente al pago de los servicios sociales que presta normalmente a sus ciudadanos. Si eso hace, perderá de inmediato la confianza de los posibles prestamistas. Sería el caso del pintor ALFA.

Un estado debe, por el contrario, recurrir a endeudarse para proyectos que posibiliten su crecimiento económico. Con ese fin, seguramente podrá conseguir crédito con mayor facilidad. Sería el caso del pintor BRAVO.

Si ALFA para lo que necesita pedir prestado es para atender sus gastos diarios normales debería no pedir prestado so pena de entrar en una espiral de acelerado y creciente endeudamiento del que no podrá salir nunca. Cualquier otra solución es mejor que pedir prestado. ALFA es una persona mortal y puede meterse en esa espiral del demonio con el convencimiento de que quizás pueda morir antes de tener que responder de su deuda. Podría también ponerse a trabajar más y más duramente para poder atender a sus gastos y a los intereses de su deuda solucionando a medias su problema más acuciantes, podría además pedir a sus más allegados los donativos sin plazo de devolución ni interés que éstos pudieran darle.  Trabajando duro y disponiendo de dinero gratis seguramente podrá librarse de la deuda que le agobia y, en su caso, recompensar de algún modo a sus benefactores.

A diferencia de ALFA, un Estado no es mortal o, al menos, un Estado no se cree mortal y por lo tanto no tienen esa salida de la muerte para saldar, de una vez por todas, su deuda soberana. Por eso no le queda más remedio que ponerse a trabajar duro y pedirle a sus más allegados con posibilidades económicas para ello los recursos necesarios para financiar sus gastos más inmediatos (impuestos). Haciendo así, el estado podrá solventar su problema económico. En la implementación de esta línea de conducta deberá tenerse por perversa cualquier acción cuyo inmediato resultado sea un aumento de la tasa de paro. Puede que alguna medida redunde, de rebote, en una elevación del desempleo (por ejemplo si la gente con posibilidades económicas no quiere aceptar los impuestos juzgados necesarios y prefieren desatender sus deberes como ciudadano y expatriarse con lo que puedan llevarse… Bueno, preferible que no lo hicieran y se comportaran como buenos y solidarios patriotas, pero si su honradez ciudadana les mueve a huir… pues recordemos aquello de A ENEMIGO QUE HUYE, PUENTE DE PLATA.

Harán menos daño si se van que si se quedan.

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