viernes, 14 de octubre de 2011

EL MIEDO DE LOS MILLONARIOS

Creo que Paul Krugman me va a fusilar por fusilarle yo a él tantas opiniones, pero, la verdad, es que es toda una lección leerlo y ver como en "todas partes cuecen habas" y como los ricos de aquí son tan desvergonzados como los ricos de allá. Mucho se habló de los peligros de la internacional socialista; sin embargo, el verdadero peligro está en la internacional financiera. Acabarán, si no lo remediamos de alguna manera, por atarnos al cuello una piedra de molino y arrojarnos al mar, que es el morir
Otro artículo de Paul Krugman.

Pánico entre los Plutócratas

Está todavía por ver si los “indignados” que ocuparon Wall Street cambiarán el rumbo de USA. De momento sus protestas ya han provocado una importante reacción de histeria en Wall Street entre los super-ricos y entre los políticos y expertos que sirven ciento por ciento sus intereses.
Esta reacción evidencia algo importante: los extremistas que amenazan los valores USA no son la gente que acampó en el parquet Zuccotti, sino los que el presidente F.D. Roosevelt llamó “la realeza económica”.

Consideremos en primer lugar el modo en el que los políticos republicanos han presentado las humildes, aunque crecientes, demostraciones que han ocasionado algunos enfrentamientos con la policía (parece que fueron provocados por una reacción excesiva de la policía), pero que ni de lejos podrían considerarse como una revuelta; de hecho ni siquiera puede compararse su gravedad a lo que hicieron las masas del Tea Party en el verano del 2009.
Sin tener esto en cuenta, Eric Cantor, el líder de la mayoría republicana en el Congreso ha denunciado estos enfrentamientos como “turbas revolucionarias” y “levantamiento de americanos contra americanos. Los candidatos presidenciales del Partido Republicano han coreado estas frases aportando las suyas propias: Mitt Romney los acusa de “fomentar la lucha de clases” y Herman Cain los llama “anti-Americanos.” El senador Senator Rand Paul llega a quejarse de que los “indignados” lleven iPads que es cosa de ricos.
Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York y un titán de la industria y de las finanzas por méritos propios, ha sido un poco más moderado, pero aún así acusa a los “indignados” de “tratar de quitarles los puestos de trabajo a la gente que trabaja en esta ciudad”, afirmación que nada tiene que ver con los objetivos de este movimiento..
Si escuchas la cadena de economía CNBC, pronto te enterarás de que los indignados “: “hacen ondear sus banderolas frikis y se alinean con Lenin”
El único modo de entender todo esto es darse cuenta que es solo una parte de un síndrome mucho más amplio; es el síndrome de los americanos ricos que se benefician enormemente de un sistema manipulado para favorecerlos y que reaccionan histéricamente contra cualquiera que, simplemente, denuncie este montaje injustamente manipulado.
El año pasado varios barones de la industria y de las finanzas se cabrearon muchísimo por las críticas que les hizo el presidente Obama. Lo acusaron de ser casi socialista por haber respaldado la llamada ley Volcker, la cual simplemente prohibía a los bancos respaldados por las garantías federales meterse en operaciones especulativas de alto riesgo. Reaccionaron de igual modo cuando propuso aclarar una ley cuya ambigüedad permitía a muchos millonarios pagar impuestos ridículamente bajos. Bueno, Stephen Schwarzman, director del Blackstone Group, lo compare con la invasión de Polonia por Hitler.
Hay también una campaña feroz contra Elizabeth Warren, la reformadora financiera ahora candidata al senado por Massachusetts. No hace mucho un video colgado en You Tube, en el que ella, con elocuencia y claridad, se pronunciaba a favor de subir los impuestos a los ricos, fue objeto de un ataque viral. Nada de lo que ella decía era radical, no era sino una improvisada modernización del famoso dicho de Oliver Wendell Holmes de que “Los impuestos son lo que pagamos por tener una sociedad civilizada”
Sin embargo, escuchando a los acérrimos defensores de los ricos, uno podría creer que la señora Warren era la reencarnación de Leon Trotsky. Por ejemplo, George Will declaró que ella tenia un “programa de colectivización”, que ella opinaba que el “individualismo era una quimera”. Por su parte, Rush Limbaugh la llamó: “parásito que odia a su huésped con ansias de destruirlo mientras le chupa la vida”.
¿Que podemos deducir de todo ello? La respuesta, seguramente, es que los Señores del Universo de Wall Street se han dado cuenta, han interiorizado, lo indefendible que, moralmente, es su posición. Ellos no son John Galt; no son ni siquiera Steve Jobs.Ellos son gente que se ha enriquecido trapicheando con esquemas financieros complicados que, lejos de proporcionar claros beneficios para el pueblo, han colaborado a precipitarnos en la crisis cuyas secuelas constituyen una pesadilla insoportable para decenas de sus conciudadanos.
No obstante, ellos no han pagado todavía precio alguno. Sus instituciones fueron salvadas de la bancarrota con el dinero de los contribuyentes con muy pocas condiciones. Ellos continúan beneficiándose de las garantías del estado, básicamente están en un juego absurdo de ellos ganan, los contribuyentes pierden. Siguen aprovechándose de las ambigüedades de una ley fiscal que permite, en muchos casos, que los multimillonarios paguen proporcionalmente menos impuestos que la llamada clase media..
Este trato de favor hacia los ricos no soporta un escrutinio moral a fondo y, por consiguiente, no será sometido a dicho escrutinio. Cualquiera que haga mención de elloo, no importa lo moderada y calmada que sea esta mención, debe ser demonizado y expulsado del escenario. De hecho, en cuanto más moderada y razonable sea la crítica, más urgencia hay que demonizarla, es el caso de la eliminación mediática de Elizabeth Warren.
Asi que quienes son verdaderamente anti-americanos no son los “indignados” que sólo quieren ser escuchados, sino la oligarquía financiera que pretende suprimir toda posible crítica acerca del origen de su riqueza..

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