jueves, 17 de mayo de 2012

MONTORO, ALMA CONSERVADORA


Ya no me sorprende el desprecio de los sectores más conservadores españoles por todo cuanto de excelencia puede haber fuera de nuestras fronteras. Pensándolo más detenidamente creo que quizás esto no ocurra solamente en España. Este fenómeno es propio de la mente conservadora y las fronteras son puramente virtuales, esencialmente ideológicas.
Por poner sólo unos pocos ejemplos.
Durante mi primera adolescencia tuve ocasión de sentirme agraviado intelectualmente por el eminente físico zaragozano don Julio Palacios. Escribía una serie de artículos en el ABC (diario que nunca faltó en casa de mis padres) en los que se ponía a bajar de un burro a Einstein por haber formulado la teoría de la relatividad que, según él, iba en contra del sentido común. Puede que para entonces ya estuviese demasiado mayor como para que se le exija cordura, pero los responsables del citado diario conservador juzgaban sin duda sus opiniones tan ciertas como el evangelio. Los conservadores desdeñan todo cuanto se opone al sentido común. Tuvo que ser, no había otra posibilidad, que ser un sacerdote español el que diera por sentado como base de la filosofía el sentido común, don Jaime Balmes.
Luego le tocó el turno al señor Freud. Los eminentes psiquiatras de lo establecido lo denigran como sólo suele hacerse con algún enemigo. No tiene razón de ser tanta inquina; si su teoría es errónea será, en todo caso, una teoría errónea como otras muchas. Más bien creo que, para el ejercicio rutinario de la psiquiatría, es más fácil pertrecharse de un aceptable arsenal de fármacos que de la muy amplia cultura  y los muy profundos conocimientos que tenía Freud
Más tarde conocimos, con más de un siglo de retraso, eso de que como dicen por burla los conservadores, el hombre desciende del mono. ¿No era risible ese señor Darwin? Su teoría de la evolución no sólo se oponía al sentido común, sino a la ley de dios. Anatema sic.
Y Picasso no se iba a escapar sin su correspondiente pescozón. Los hijos de todos los conservadores sabían dibujar y pintar como Picasso a los cuatro años o todavía con menor edad.
No es mi intención ni entra dentro de mis posibilidades entrar a defender a ninguno de los cuatro genios que acabo de nombrar. Sólo constato que no son del agrado de los sectores más conservadores de la sociedad. Lo escribo ahora al hilo de las palabras de don Cristóbal Montoro, dice que es ministro de hacienda, mofándose de las opiniones del premio nobel de economía Paul Krugman.
Ya lo decía don Antonio Machado:
España miserable, ayer dominadora,
Envuelta en tus andrajos
Desprecias cuanto ignoras.

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