martes, 19 de abril de 2011

LA ALJORRA

Yo estuve en la Aljorra durante la Guerra Civil. A cosa de un kilómetro de este pueblo del campo de Cartagena, tenía mi abuela una finca de 25 fanegas, es decir algo más de 100.000 metros cuadrados con almendros, oliveras, higueras, granados y palmeras;

allí se cultivaban cereales, principalmente trigo y cebada, viñas y alguna vez, como prueba, veinte mil plantones de algodón. Había un corral con gallinas y conejos y todos los años, mediado el otoño, se hacía la matanza de un cerdo. Gracias a esos recursos mi familia, los caseros y un cierto número de amigos subsistieron durante aquellos años terribles. Yo llegué allí con un año casi recien cumplido y la abandoné a punto de cumplir los cuatro. Luego volvíamos cada verano; acabábamos el curso escolar y nos íbamos los cuatro, Eugenio, Manuel, Carmen y yo, con mi abuela, a pasar el verano allí. Recuerdo que casi siempre lucía un cielo azul purísimo y que, de vez en cuando, el ruido de un aparato (así se llamaban entonces los aviones) nos hacía levantar la vista hacia lo alto y, absortos, contemplar aquel milagro. Volar, en aquellos años, era todavía algo inexplicable; al menos para nosotros. Nos regalaron mis padres un balón de reglamento. Aquello fue un tesoro. En aquellos tiempos de penuria extrema, el adolescente que tenía un balón de verdad era alguien extremadamente popular; particularmente en La Aljorra. Los zagales acudían a nuestra casa para echar partidos interminables en la era donde a principios del verano se trillaba el trigo. Yo jugaba de portero; era demasiado chico para jugar de otra cosa, pero no lo hacía mal, recuerdo.
Poco a poco, conforme íbamos creciendo, mis hermanos mayores se hartaron de tanto campo y preferían quedarse en la ciudad, así que acabé yendo yo solo con mi abuela y aquello, que hubiera podido ser el colmo del aburrimiento, se convirtió en un inapreciable señuelo pars mi imaginación, para mi fantasía. Aquellas veinte mil plantas de algodón, más altas que yo entonces, eran mi ejército con el que cada mañana partía para conquistar una nueva ciudad. El gran almendro del huerto de delante de la casa era un barco en el que navegaba por todo mar conocido asaltando galeones con valiosos tesoros.

3 comentarios:

María MD dijo...

¿Por qué el nombre de Recovero?

Anónimo dijo...

Orígenes: los primeros pobladores

Aunque la actual división administrativa que conforma la diputación de La Aljorra se remonte a principios del siglo XVIII y el origen de su nombre sea de procedencia árabe, lo cierto es que la vida en esta pequeña tierra del entorno cartagenero debió de iniciarse ya en tiempos de la cultura argárica, que representa los primeros años del metal en el sudeste peninsular, pues los vestigios arqueológicos que hoy día se conocen conducen a tal afirmación.

También las huellas de un pasado romano han confirmado la existencia de asentamientos en esta época.

La vida de La Aljorra se vio alterada por los sucesos de la Guerra Civil Española, que estableció cuarteles provisionales en Casa Grande, Casa de los Padres y en la misma localidad aljorreña. La población vio desaparecer las imágenes y los documentos religiosos que se hallaban en el templo parroquial y muchos vecinos perdieron su vida en estos años.

Con la reinstauración democrática tuvo lugar lo que muchos no han dudado en calificar como la gran revolución social de La Aljorra. Políticos, asociaciones y vecinos se propusieron colaborar para cambiar la fisonomía estética y cultural de este pueblo, mejorando la calidad de vida de los vecinos a través de la implantación de servicios sociales, comunicaciones, alumbrado, obras de infraestructura, teléfonos, alcantarillado, agua potable, etc...

A partir de la década de los sesenta, una serie de cambios económicos sustanciales impulsaron el despegue definitivo de la localidad. Los hechos más significativos que lideraron ese cambio fueron la llegada de las aguas del Taibilla en 1970, el Trasvase Tajo-Segura en el 80 o la instalación de la multinacional General Electric en 1988, acontecimientos que alzaron la diputación aljorreña a unas cotas que anteriormente nunca se hubieran imaginado sus vecinos.

Belen dijo...

Javier,enhorabuena por este blog tan estupendo.Mucha suerte