viernes, 10 de febrero de 2012

ESCUHAS ILEGALES. ¿SORDOS DE CONVENIENCIA?

Supongamos un caso similar al de Marta del Castillo. Su asesino confeso se niega a desvelar el paradero del cuerpo de la chica. Al no haber cadáver, la defensa lo enfoca a un simple homicidio involuntario, casi accidental. De hallarse el cuerpo de la víctima quizás se podría demostrar que la muerte se produjo tras una violación y que hubo maltrato y ensañamiento.

Supongamos también que un policía decide jugarse su carrera y tras maquinar para quedarse a solas al cuidado del acusado, lo somete a un interrogatorio de esos en los que no queda más remedio que cantar lo que uno sabe. En virtud de ello, el acusado dice donde está enterrado el cuerpo de su víctima.
El policía notifica todo ello a la autoridad judicial, incluyendo el modo del que se ha valido para obtener esa información.
¿Debería el tribunal competente hacer como si esa información no existiera ya que había sido obtenida ilegalmente?
Sería absurdo ese comportamiento. ¿no?
Pues algo parecido ocurre hoy por hoy con harta frecuencia. Se descubren muchos delitos por medio de escuchas “ilegales” y el chorizo se va de rositas; la justicia pretende tener el deber de no darse por enterada de ese delito.
Si el conseguidor de la información ha incurrido en algún tipo delictivo para obtenerla, impongámosle la sanción que corresponda, pero es de tontos, de retrasados, de mala gente, fingir ignorar el delito puesto al descubierto. YA ESTA BIEN.



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