sábado, 4 de febrero de 2012

LA LOTERIA POLITICA

Hoy se ha vuelto a repetir ese espectáculo obsceno de los aplausos y las enhorabuenas dedicados a un político al que se le encarga un puesto de responsabilidad. En este caso han sido los aplausos y las enhorabuenas para el nuevo secretario general del PSOE, pero es igual, de haber ganado Carme Chacón la ovación y los plácemes hubieran sido para ella. Ocurre siempre lo mismo: se ganan unas elecciones, se aplaude y el ganador realmente se pavonea con el gozo reventándole por las cinchas del caballo; no cabe en sí de contento y su contentura la comparten los más próximos a él.
Ya lo dije antes, pero ahora he de repetirlo. No parece sino que ganar unas elecciones fuera algo así como ganar el gordo de navidad o encontrar una mina de oro. Ganar unas elecciones significa, por el contrario, una carga pesada, una responsabilidad que, las más de las veces, excede la capacidad del elegido para el desempeño de las funciones de las que se va a hacer cargo. Debería ser la hora de que sus más allegados, sus más fieles colaboradores, en vez de aplaudir y felicitar, brindaran seriamente su apoyo y, con el elegido, asumieran el grado de responsabilidad que les pudiera corresponder. Cuando a un militar se le asigna un mando, sus compañeros no le dan la enhorabuena; sus compañeros se acercan a él y sencillamente le desean buena suerte. Sólo al cesar en el mando con los deberes bien hechos, es cuando sus compañeros le dan la enhorabuena. Las razones para ese protocolo son obvias, creo yo.
En política parece que es al revés y no lo entiendo; a menos que es que, en política, sea verdad que con la elección a uno le ha tocado algo mejor que la lotería de navidad, y se eso es asó, pues me cabreo, me indigno y no juro en vascuence porque no me lo enseñaron.

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