Los españoles, salvo unos cuantos, son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
En esta salvedad sabremos que hay toda clase de gentes y que no son pocos. Por lo pronto la familia real y la cuantiosa legión de los aforados que, así a bulto, pueden ser más de mil. Por lo demás todos somos iguales ante la ley, bueno, con las obvias diferencias consuetudinarias de capacidad económica, posición social, lazos afectivos, amistades peligrosas y alguna que otra cosa más.
Como su majestad el rey dijo en la pasada navidad: todos somos guales ante la ley. Bueno, es un decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario