jueves, 19 de mayo de 2011

EL EVANGELIO SEGÚN M.D.

Tuve la inmensa suerte de conocer a M.D. hace muchos años. Desde entonces hemos sido inseparables y, nunca mejor dicho, hemos discutido y discurrido acerca de lo humano y lo divino. Uno de los aspectos de su pensamiento que más llama mi atención es el concerniente a lo que cuentan los evangelios. Pondré un  breve ejemplo para no enrollarme como suelo.

Se trata de un presunto gran milagro entre los presuntos grandes milagros de Jesús.
El milagro de los panes y los peces.
Lugar: En medio de un desierto.
Testigos: Más de 5000 personas sin contar mujeres y niños. (seguramente no habría muchos, supongo)
Finalidad: dar de comer a aquella multitud que lo había seguido hasta aquel tan inhóspito lugar.
Materia sobre la que actuó: Cico panes y dos pedes que un precavido seguidor había llevado consigo.
“Entonces tomó los 5 panes y los 2 peces y levantando los ojos al cielo bendijo y partió los panes y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante. Y repartió los dos peces entre todos, y comieron todos y se saciaron y recogieron de los pedazos doce cestas llenas y de lo que sobró de los peces. Y los que comieron fueron 5.000 hombres sin contar las mujeres y los niños.”
Bien, pero para M.D. las cosas no sucedieron así exactamente. ¿Qué mérito es ese nada menos que para Dios hecho hombre. No habría ni siquiera necesitado los cinco panes y los dos peces. Los hubiera alimentado vía paranormal, pongamos por caso. No le falta razón a M.D. en eso como en otras muchas cosas. Eso, empero, no hubiera servido de enseñanza para nadie en absoluto. No tenemos, ay, los poderes de Dios.
Lo que ocurrió es que Jesús personificó en el seguidor precavido los otros (no se si muchos o pocos) que también habían sido suficientemente previsores como para no adentrarse en el desierto sin llevar nada para subsistir. La gran hazaña estuvo entonces, siempre según M.D.,  en convencer a los que algo tenían para que lo compartieran con los que no tenían nada, Así pudieron todos alimentarse.
Desde entonces venimos predicando eso, compartir con los que carecen de todo, pero erre que erre, seguimos pensando que esas cosas más vale que las remedie Dios y rezamos por ello. Oraciones si, pero compartir de verdad… eso es comunismo.
A guisa de mal ejemplo. Hace no mucho tiempo tuve ocasión de asistir a una  primera comunión en un colegio católico apostólico y romano. Me llamó mucho y mal la atención de que en las lecturas que candorosamente leían en alta voz aquellos inocentes comulgantes se dijera algo así como “compartamos con los pobres algo de lo que nos sobra. Por algún lado tengo guardada la cita exacta, A ver si la encuentro.


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