sábado, 14 de mayo de 2011

MALDITO PARNÉ

Antes de que se inventara el dinero ya había ricos y pobres. No había mucha diferencia entre ellos, pero el rico aun disponía de algunos sacos de trigo cuando al pobre ya no le quedaba ninguno. Normalmente, entonces el pobre acudía al rico y le pedia un saco de trigo con el que poder sembrar para el año próximo. El rico se lo concedía a condición de que le devolviera saco y medio al recolectar la cosecha.

Luego, poco después, alguien inventó las monedas; era fantástico, era un invento maravilloso; se acabó el pesado trueque de mercancias. Ahora las cosas tenía un precio en función de la oferta y la demanda.
Llegó entonces de nuevo la época de la siembra. El labrador pobre pensó para si:"Este año no tendré que devolverle esa usura de medio saco por cada saco que me presta. Le compraré el saco y haré con lo mío lo que quiera". Como escaseaba en esa época el grano, el saco de trigo le costó 100 monedas. Pagó y se fue feliz; sembró y fue un año excelente. La cosecha abundante hizo bajar el precio del saco de trigo hasta las 30 monedas por saco.
Y estaba el labrador feliz con todo aquella cosecha cuando llegó el rico y le compró tres sacos por 90 monedas.
Su mujer le hizo caer en la cuenta: "Si que te has lucido, Heróstenes, este año en vez de medio saco por el saco para la siembra has pagado dos".
Pero la cosa ya no tenía vuelta atrás; el dinero estaba ya inventado e iba a durar para siempre. Así se inició esa tendencia eterna de que los ricos sean cada vez más ricos y meno numerosos y los pobres más pobres y de número infinito. Verdaderamente los pobres poseerán la Tierra... si, pero sin dejar de ser pobres; llegará un día en que todos seremos pobres menos uno.
Al llegar la época de la siembra, el precio del saco de trigo ese año llegó a las 110 monedas, pero al pobre labrador ya no le quedaba ninguno. Vuelta a empezar.
¡¡¡¡ Maldito parné !!!!!

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