sábado, 14 de mayo de 2011

GANAR... ¿QUÉ?.

En mi pueblo recién he visto unos grandes paneles de propaganda electoral. En uno de ellos, el actual alcalde aparece en una gran fotografía junto al lema de su campaña: "VAMOS A GANAR".
Parece que se lo ha tomado como una competición deportiva en donde sólo se trata de quedar por encima de sus contrincantes. En eso han convertido la política; ganar como sea y para lo que sea. No importa lo que pretendamos hacer después de ganar; basta con ganar.

Pero no es que este presunto alcalde sea un raro ejemplar en su especie. En la jerga diaria se habla de ganar o perder las elecciones; la "victoria" se celebra como la tercera liga del Barsa; se salta en los balcones, se ruge de entusiasmo en las calles; se enseñan los dedos índice y corazón formando una uve. A mi, debo ser muy raro, todo eso me llena de consternación.
En la modestia de uno y en su escaso entender, creía que cuando se consigue la confianza de los electores para gobernarlos durante un determinado período de tiempo, uno, más que eufórico, debería estar tenso y alerta ante la responsabilidad que le espera en su gestión; algo parecido al estado de ánimo en que seguramente se encuentra un cirujano cuando se apresta a intervenir a un paciente aquejado de algo muy grave. (No imagino a ningún cirujano con su equipo haciendo la V de victoria y dándo vivas al entrar en el quirófano).
Sin embargo parece que estoy equivocado. El gozo, como a don Quijote, les revienta por las cinchas de sus caballos.
Seguramente no sea para menos; son muchas las prebendas que llevan los cargos públicos y más las posibilidades de enriquecerse más o menos lícitamente. Más aún si se cuenta con la admiración de una pléyade de fanáticos seguidores que lo encuentran a uno, además, guapo, inteligente, gracioso y todo lo demás. Visto así... claro está que lo que se pretende es ganar. Obvio. Así mirado es para entusiasmarse.

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