martes, 1 de noviembre de 2011

NADIE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES.

Por lo general siempre hay dos posibles soluciones a un problema humano, a un problema social. Se trata entonces de elegir entre la solución A o la solución B. Lo que es nefasto es pretender valerse de las dos al mismo tiempo. No es bueno encender una vela a Dios y otra al diablo.

El próximo 20 N, el día de las elecciones…

Si gana el Partito Popular es casi seguro que implementará alguna receta económica que probablemente nos haga recuperar la bonanza económica y reducir las tasas de paro.

Si gana el partido Socialista Obrero Español es muy probable que se aparte de la via intermedia que ha querido desarrollar ZP y que implemente alguna receta económica que nos haga recuperar la bonanza económica y reducir las tasas de desempleo.

Es decir, creo que después del 20-N las cosas van a mejorar a medio plazo.
Bueno, es un decir. Será así siempre y cuando que no se empeñen de nuevo en aplicar una vía intermedia entre la solución A y la solución B; entre la receta conservadora y la receta socialista. El error de ZP ha sido querer servir a dos señores a la vez.

La receta conservadora pasa por “adelgazar el estado”. Se basa en la aplicación de un dicho liberal un tanto cínico: “Todo cuanto el Estado protege tiende a florecer; tanto más cuanto más eficaz sea esa protección”. Según este dicho, si se protege a los desempleados, su número crecerá tanto más cuanto más se les proteja; si se protege a los enfermos, su número crecerá también. Más que cínico este aforismo, es cruel. Sin embargo no cabe duda de que es eficaz para el desarrollo de la economía y la reducción del empleo.
Si se desampara al desempleado, los parados serán anuentes para trabajar a cualquier precio, hasta por la comida y, si preciso fuera, a nivel de esclavos. En USA no había paro en absoluto entre la mano de obra “inmigrante” desde las regiones subsaharianas; es más, se mandaban agentes para reclutar nuevas remesas de “inmigrantes” quisieran o no. Las elaciones laborales, dejadas a su propia dinámica, conducen inevitablemente a la ley de bronce de los salarios que tenderán a reducirse hasta su mínimo nivel de subsistencia, porque tampoco es bueno quedarse sin mano de obra.
Si no se atiende al enfermo, la gente no repercutirá los gastos de su salud en el resto de la sociedad; cada uno se morirá o no de acuerdo con sus recursos, pero no se tendrá necesidad de recaudar recursos por parte del estado. Además seguramente se reducirá el número de pensionistas con lo que habrá todavía más ahorro para el Estado.
Si se recorta el gasto en educación, eso que se ahorra el Estado; es más, habrá menos tasa de paro entre los que hayan podido acceder a una mejor educación, sencillamente porque serán menos y habrá menos competitividad.

La receta socialista debería pasar, si es que han aprendido algo de la inepcia de ZP, por todo lo contrario, por “engordar el estado”. Se basa en que el Estado es responsable de activar todo aquello que, siendo necesario para el mejor desarrollo social y económico, no está activado.
Por ejemplo el crédito para inversiones productivas. Si los bancos “privados”, por las causas que fueren, no están en condiciones de proporcionar el crédito necesario para que funcionen los empresarios, el estado, su banco central, debe proporcionar directamente a los empresarios esos créditos aunque ello pueda conllevar la ruina de los bancos y su consecuente nacionalización. No hay razón ninguna para que no sea también de aplicación para los banqueros el aforismo liberal recién tratado; si se protege a la mala gestión bancaria, ésta tenderá a incrementarse, cosa que desgraciadamente está ya sucediendo.
Por ejemplo el empleo. Si los empresarios, por las causas que fueren, no están en disposición de absorber la mano de obra no utilizada, corresponde al Estado ocuparse de ella, no en forma de subsidios sino en forma de trabajo público que, en muchos aspectos, es muy necesario; prevención de incendios, sostenimiento de infraestructuras estratégicas, agilización burocrática, seguridad, etc, etc
Por ejemplo aplicando el principio de proporcionalidad en la estimación de lo que cada cual debe aportar, mediante impuestos, a la mejor función del Estado. Si alguien se beneficia mil veces más que otro de la vida en comunidad, debe pagar mil veces más y como ese beneficio crece en progresión geométrica, en progresión geométrica deberían aplicarse los impuestos.

Por supuesto, en cualquier caso, sea cual sea la receta de aplicación, hay que adecentar la vida pública….

A lo mejor con eso era suficiente y sobraban todas las otras recetas.

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