Los conceptos de producto interior bruto y de renta nacional, aunque diferentes cualitativamente hablando, son idénticos hasta el último céntimo en términos cuantitativos. En una economía cerrada, por ejemplo la de un país totalmente bloqueado, el dinero disponible para comprar lo producido es exactamente igual al dinero empleado en producirlo; es decir, sólo se podría comprar todo lo que se produce si se vende a precio de coste. Este, obvio es decirlo, no es el caso normal. El empresario que “arriesga” para producir algún bien o servicio asume ese “riesgo” para obtener un beneficio, y para ello ha de vender a precios mayores que los de coste.
Ese beneficio hará que parte de lo producido quede sin vender, aumentarán los stocks de bienes y/o algunas empresas de servicios perderán su inversión. Es el sino de la economía capitalista.
Para tratar de escapar a este sino funesto, se recurre a las ventas a crédito, es decir, a aplazar el cobro de lo vendido hasta que nuevamente la actividad productiva haya generado el dinero suficiente para ir pagando las deudas, agravadas siempre por el tipo de interés de lo que no se paga al contado. Es decir, para preservar el beneficio empresarial se hace preciso que la sociedad se endeude cada vez más y más aceleradamente, hasta que estalla la correspondiente burbuja que este fenómeno haya producido y se produzca un tsunami económico capaz de arrasar demasiadas cosas.
Claro está que estamos hablando de una economía cerrada, de un país absolutamente incomunicado con los demás. Esto es un caso prácticamente imposible. Existe el comercio internacional, las importaciones y las exportaciones, etc. Exportamos parte de lo que producimos y no consumimos y eso hace entrar dinero extra para permitir un beneficio sin endeudamiento ¿no?
Bueno, lo que se exporta suele equilibrarse con lo que se importa, aunque hay países que exportan más de o que importan (balanza comercial favorable), pero para eso tiene que haber países que, al revés, exporten menos de lo que importan (balanza comercial desfavorable). Es decir, lo que realmente se hace al exportar es echar fuera la basura propia. Si echamos fuera más basura de la que nos echan a nosotros tendremos la casa limpia, ordenada y próspera, sólo que el vecino tendrá la suya sucia, desordenada y empobrecida. Empero, el comercio internacional juega un importante papel retardador sobre los efectos indeseados de la siempre creciente deuda global. Antaño, las crisis económicas tardaban muchos años en producirse, pero conforme los medios de comunicación y de transporte han convertido el comercio internacional en algo prácticamente instantáneo, las crisis se han agudizado y se producen cada vez a intervalos de tiempo menores.
La famosa globalización ha puesto de manifiesto que el planeta entero es una economía cerrada, que no existe la vía de escape de las exportaciones, a no ser que un día de estos sea verdad lo de E.T. y consigamos el comercio interplanetario que, de todos modos, más o menos tarde, habrá de globalizarse al final.
Ya dije anteriormente que el verdadero obstáculo para le economía es, menuda sorpresa, el beneficio empresarial.
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