miércoles, 28 de septiembre de 2011

RELIGION Y PAZ... ¿IMPOSIBLE?


Jesús el Nazareno recrimina a uno de sus seguidores (Pedro) que lo defienda de sus enemigos (le cortó una oreja a uno de ellos con la espada). Le dice:
“Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que emplean espada a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre y al instante pondría a mi disposición más de doce legiones de ángeles?”

Es decir, Dios no necesita que nadie lo defienda, Dios no quiere que, por defenderlo, se esgrima la espada.
Sin embargo en 1096, el representante de Dios en la Tierra, el papa Urbano II proclamó, al grito de “DIOS LO QUIERE” la denominada primera cruzada. Los seguidores del nazareno entraron, en defensa de Dios, como una plaga de muerte en los Santos Lugares. Se masacró a la práctica totalidad de los habitantes de Jerusalén.
Bueno, eso fue uno de esos papas de la edad media que no eran buenos del todo; una golondrina no hace verano, ni un mal papa representa nada en la iglesia..
Pero en 1881 Leon XIII lo beatificó, es decir, reconoció que Urbano II tuvo a lo largo de su vida un comportamiento cristiano especialmente digno de ser recordado, por lo que se le puede dar culto Ya falta menos para que lo proclamemos santo. Por lo visto no fue un mal papa insólito sino un papa ejemplar para los católicos actuales.
Cada vez que alguien proclama que actúa de tal o cual forma para defender a Dios, me pongo a temblar. Se que me encuentro ante un fanático irracional capaz de fusilarme al amanecer por negar que haya un santo enterrado en Santiago de Compostela.
Nuestra Iglesia, por desgracia, ha traicionado demasiadas veces el mensaje de amor y paz del evangelio.
Se comenzó a derramar sangre en nombre del señor con la decapitación de Prisciliano y seis de sus discípulos en Tréveris en el año 385, es decir apenas 72 años después de la última persecución de cristianos y sólo 2 años después de haber sido declarado el cristianismo la religión oficial del imperio. Si no se había empezado antes era por falta de potestad para ello.
En 1209 y por más de 20 años se persiguió con la espada a los albigenses ó cátaros y se acabó con un millón de personas, la mitad de los habitantes del Languedos, por ser herejes; o sea por no creer lo que el papa (Inocencio III) creía que todo el mundo debería creer.
El reguero de sangre en nombre del señor se alarga a lo largo de la historia. Son demasiado estrechos los lazos del representante de Cristo con los poderosos, se codea demasiado con los poderes de este mundo, con los reyes, con los jefes de estado, él mismo se aferra a ser considerado como tal poder terreno, como tal jefe de estado por muy pequeño que sea su estado Vaticano, con el mundo de las finanzas, olvidando que no se puede servir a dos señores que se contraponen como son dios y el dinero; o lo uno o lo otro. Al optar por el dinero, por el poder, se ha visto obligado a actuar como actúa el poder. Toda esa pompa, boato y lujo desmedido de la liturgia vaticana es una ofensa continuada a los pobres que tienen hambre y sed y que se cuentan por miles de millones.
Por suerte para mi, me enseñaron las enseñanzas de Jesús y me adherí a ellas a pesar de no haber sido capaz de practicarlas tanto como hubiera sido preciso; por eso me duele, me cabrea, que todas esas cosas se hagan en nombre del Nazareno y con la excusa de la defensa de Dios.
Para mi, la religión es algo verdaderamente serio.

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